Muestro lo que percibo...

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sábado, 29 de mayo de 2010

lección de masoterapia inversa

Sonaba música suave. Dani yacía boca abajo sobre la colchoneta tibia y mullida, ubicada en el piso. Su cuerpo descubierto, excepto por una toalla a la altura de los glúteos, estaba totalmente relajado, pero expectante a las sensaciones que le aguardaban. Michel le atendería como en las últimas seis ocasiones. Descalza y sigilosa, Michel entró al recinto en penumbras, se arrodilló frente a Dani, impregnó sus manos en esencia de lavanda, y comenzó lentamente a esparcirla por la espalda de su cliente, de abajo hacia arriba. Las manos de Michel recorrían la espalda, paralelamente a la columna vertebral, haciendo una lígera presión al inicio de la zona lumbar. Seguía el recorrido dorsal, cervical varias veces para calentar y aflojar todos los músculos y ligamentos. Con su pulgar derecho, Michel rodeó el omóplato derecho de Dani, luego el izquierdo, para liberar la tensión de los romboides. Los músculos de la rabia, según la medicina china. Dani, más relajado, casi dormido, no sintió cuando los pulgares de Michel se deslizaron hacia sus hombros, presionando fuerte los trapecios, el tiempo suficiente para cortar la irrigación sanguínea hacía su cerebro. Dani no sintió dolor. De hecho, su expresión sería de placidés por toda la eternidad. Alias Michel se incorporó y salió de la cabina tan calladamente como entró. Abandonó el spa sin ser vista. Había cumplido con un contrato más.

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