Muestro lo que percibo...

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domingo, 31 de octubre de 2010

Samhain

Ocaso del 31 de Octubre. El brillo suavizado del sol otoñal daba paso a la noche estrellada y fresca. Noche de límpido cielo aterciopelado, que auguraba frío.
La mujer alta, delgada, de largos y lacios cabellos negros, que llegaban hasta la pequeña cintura, vestía la túnica ceremonial del ritual pagano a los ancestros. Temprano había juntado la leña necesaria para la fogata que encendería en el patio posterior de la casa. Descolgó del perchero el chal de lana tejida, para cubrir sus hombros y salir al patio a disponer lo necesario sobre el altar.
A pocas millas, en el pueblo, los niños celebraban la noche de brujas, con sus disfraces coloridos, sus dulces y juegos inocentes, que sólo asustaban a los más pequeños. Las madres acompañaban a sus hijos de casa en casa, solicitando los tradicionales dulces que evitaban que los pequeños hicieran una travesura o truco, a las puertas de la casa visitada. Muchas de aquellas madres habían conocido a la Wicca, la mujer que esta noche, cada año, se aislaba en su casa en las afueras, para realizar el extraño ritual de la fogata, cuyo significado era oculto para todos en el pueblo, excepto para la misteriosa dama.
Fogata de leña fragante. Transformación. Mesa de madera cubierta con el mantel naranja. Abundancia. Circulo de sal gruesa dispuesto alrededor de la mesa. Protección. La vela del Dios y la de la Diosa a cada lado de la mesa. En el centro, las hogazas de pan, vegetales y manzanas como ofrenda a los dioses. La fotografía de los abuelos y padres muertos, acompañan la ofrenda. La mujer se sitúa frente al altar, levanta su mirada hacia el cielo, elevando sus brazos e iniciando el cántico ceremonial a los ancestros. En esta noche, no solo se inicia un nuevo año para ella y su gente, sino que también se descorre el sutil velo que separa este plano de vida del plano eterno, donde moran los espíritus de quienes, como ella, observan los milenarios preceptos y rituales de la hechicería.
La mujer se concentra en su canto, y su plegaria es el único sonido que se escucha en la fría pero clara noche.
Tocan a la puerta de la casa de la mujer. Ella continúa su plegaria, pues el ritual no debe ser interrumpido. El toque se repite, pero ella continúa orando. En el clímax de su plegaria, cuando solicita bendiciones para ella y su pueblo en el nuevo año, se escucha el trueno al frente de la casa. Una esfera de fuego se materializa al lado de la entrada que da al patio. Llega el fuego purificador que elimina los vestigios de la cosecha y prepara la tierra para un nuevo ciclo de siembra. El fuego que derrumba las construcciones perversas para permitir que se edifiquen nuevos hogares y lugares de devoción.
Estas imágenes están en la mente de la mujer durante su plegaria, pero también a su alrededor, en el espacio que ocupa su cuerpo físico, por lo que las llamas abrazan el altar, las ofrendas y su frágil cuerpo.
Amanecer del 1 de Noviembre. L edición del matutino local en este día, solía ser muy aburrida y predecible. La reseña del baile de Brujas en el club local, fotos divertidas de niños y madres recorriendo las calles l pueblo con su tradicional juego de “Dulce o Truco”. Hoy, además de estas noticias, se encontraba la reseña del incendio en la casa de Wilma Calister, la Wica. Las circunstancias no eran claras, pero todo parecía indicar que una broma de Halloween se había pasado de la raya, originando la explosión del automóvil de la dama, cuyas llamas pronto abrazaron la casa y el jardín posterior. Nadie había podido localizar a la dueña de la casa, quien todos los años permanecía en casa en esa noche, pero que esta vez parecía haber cambiado de planes, dejando residencia sola.
Piadosa hipótesis de los lugareños, al no encontrarse más que madera, cables y metales retorcidos en la escena del incendio. La verdad era que Wilma había salido esa noche a reunirse con sus padres, para no regresar a esta casa jamás. Por lo menos, no con el mismo cuerpo físico.
Samhain es un festival pagano que se celebra desde el ocaso del 31 de octubre hasta el ocaso del 1 de noviembre. Tiene su origen en rituales celtas de más de 3.000 años de antiguedad. Conmemora el final del ciclo anual, las cosechas y las eternas bendiciones de los dioses.