Muestro lo que percibo...

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domingo, 14 de noviembre de 2010

Aniversario

Caracas, 24 de diciembre de 2073. La ciudad se parece poco a la que describía mis abuelos en sus maravillosas historias. Me imagino que el tiempo, además del socialismo del siglo XXI, pueden ser los responsables de los cambios. Pero no es sólo un asunto de edificaciones remodeladas, calles con nombres desconocidos para mí o inesperados encuentros con héroes en plazas.

Como católica, aunque no devotísima, sigo la tradición familiar de ir a misa la noche de Navidad. La guía turística que me asignaron en el Hotel Rosinés, parecía muy competente, así que me atreví a preguntarle: “¿Cómo llego a la Iglesia de San Juan Bosco?” Esa era la iglesia favorita de mis abuelos, y siempre la mencionaban.

La cara de la guía no se inmutó. Sin embargo, yo no pude ocultar la sorpresa, cuando me informó que el principal templo salesiano de Caracas, ya no existía. “La revolución transformó todos los salones de reunión de cultos y élites, en espacios culturales de acceso libre para el pueblo. Si mal no recuerdo el teatro “Maisanta” funciona ahora en el lugar que Ud. busca” .

¿Insólito? No, para nada. Recuerdo que mi abuela contaba que cuando estuvo en Praga en 2005 y quiso ir a la Iglesia del Niño Jesús, las guías no fueron capaces de orientarla. Ni los transeúntes, de la que resultó ser, la calle que llevaba a la ermita de la imagen, fueron capaces de indicarle el lugar.

Como mi abuela, yo debía ubicar a algún católico que, ocultando su fe del régimen comunista, pudiera indicarme dónde oír una misa el día de navidad en Caracas.

Afortunadamente, lo encontré. Aproveché en misa, de dar gracias a Dios. Además de la Navidad, se celebraba un año más de la caída del régimen. El que, como prometía un olvidado slogan, cambió a Venezuela para siempre.

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