Muestro lo que percibo...

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miércoles, 6 de abril de 2011

Carta a mi niña

Esta carta debió ser enviada al concurso de cartas de amor 2011, pero una "mala pasada" de la comunicación lo impidió. Espero les guste. Amada hija, Escribirte me resulta imperioso, porque lo que debo decirte es mucho y complejo de explicar a viva voz. No pretendo extenderme demasiado, ni escribirte con palabras rebuscadas que impidan que me comprendas. Tengo que decirte que te amo. Ojalá puedas disculparme. Expresarlo es una necesidad del corazón. Tener un hijo es una decisión difícil, si se toma con responsabilidad. Pero no tenerlo requiere además, cierta dosis de objetividad, que para una futura madre es, muchas veces, escurridiza o está totalmente ausente. Los antecedentes familiares de mi lado, particularmente, hacían necesarios los estudios, a pesar de que el síndrome de Down es una condición que aún no se determina cómo se transmite. El análisis del líquido amniótico despejaría muchas dudas, en cuanto al futuro del ser en gestación. Lo cierto es que el resultado llegó, con las noticias que temíamos. El nudo en mi garganta, se trasladó al pecho y desbordó mis ojos. Tu padre tomó mi mano y la apretó como siempre, cuando quería transmitirme fortaleza. A partir de ese momento, despierta o en mis sueños, imaginaba lo que serían nuestras vidas. Me sentía desasistida de la fuerza necesaria para el reto de criar a un niño especial. Yo había visto el dolor de mi madre, había sufrido las injusticias del resto de los niños hacia mi hermano. Pero también había disfrutado del privilegio de aprender a ser solidaria y a amar a una persona especial. Por eso me era muy fácil visualizar imágenes más gratas. Te veía en mis brazos, con una carita redonda de ojos rasgados, durmiendo apacible. Te imaginaba de pocos años, tratando de caminar cuando otros niños de tu edad ya podían correr. Te soñaba, acariciando la cara de tu papá, con la ternura infinita del amor sin límites, y la pureza de un alma inocente para siempre. Me sentí confundida. Con todas las dudas del mundo sobre el futuro. Yo sabía de la vida de un niño con Down, pero ¿en una niña? De los retos de la femineidad y sus ciclos lunares, no tengo ni idea. A pesar del apoyo y las palabras de tu padre, yo sentía que esta situación era totalmente mi responsabilidad. Y que no sabía cómo enfrentarla. Lloré día y noche, noches enteras, días sin fin, Hasta que una noche, el llanto de sangre de mi vientre vino a acompañar al llanto de mis ojos. Era un desenlace no previsto. Liberador del futuro de responsabilidades y retos. Pero esclavizante en la culpa y el remordimiento. Porque aunque activamente no busqué perderte, mi mente logró que mi cuerpo lo hiciera. Perdona mi torpeza, mi falta de coraje. Esta pérdida me marca para siempre el cuerpo y la conciencia. Sólo tú sabes que te amo aunque no estés presente. Aunque tu vida fue una breve promesa, tu recuerdo vivirá por siempre en mí. Mamá

1 comentario:

  1. Hay escritos en los que la expresión de la maternidad producen un estremecimiento indescriptible. Este amor que tejes en letras se siente en todas las dimensiones. Gracias por compartirlo.

    Te extraño.

    Nelly

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